Cada año, los días antes de mi cumpleaños son de mucha introspección
y reflexión para mí. A diferencia de otras personas, yo no creo que un año
nuevo, lleno de nuevas metas, propósitos, sueños, y algunos ridículos etcéteras
más, empiece el 1 de enero, sino cuando delante de ti se cierne un año entero
más de tu vida. Tal vez porque la fecha en que cae mi cumpleaños está muy cerca
de Año Nuevo. Tal vez porque coincide con el solsticio de invierno. Tal vez
porque soy una sagitario cuasi-capricornio. Tal vez porque, según los mayas, el
21 de diciembre de 2012 era la fecha del fin del mundo. O porque fue luna
nueva. O porque es domingo.
Hoy, mientras escucho mi canción favorita y la que,
sinceramente, creo que es la mejor canción del mundo, Stairways to Heaven, pienso cuál fue el peso del año que acaba de
terminar y qué será de mí ahora que tengo 24.
El 2014 fue un año de muchos cambios para mí. Ha sido el año
más difícil que he vivido hasta ahora, incluso más que cuando abandoné la casa
de mis padres para estudiar Letras Hispánicas, más difícil que cuando tuve que
trabajar en una librería y estudiar al mismo tiempo para pagar mis estudios. Porque
siento que en este año, en un solo año, he vivido y he aprendido más que en 23
años de vida.
En 2014 me atreví a vivir. A perderle el miedo a vivir. A
dejar de perderme experiencias por miedo, por desconfianza. Y por eso me costó
tanto. Pero también ha sido uno de los mejores años de mi vida.
Así me veía a principios de 2014
En 2014 volví a comer carne después de cuatro años de ser
vegetariana. Me emborraché con tres cervezas, después de llevar toda una vida
de abstemia, y aprendí a tomar. Probé el tabaco por curiosidad, y me gustó.
Fumé marihuana por primera vez.
En 2014 terminé con mi pareja, un profesor de mi universidad
que me llevaba casi 19 años de edad y del que me había enamorado durante sus
clases de literatura española. Fue la primera vez que decidí ser sincera con mi
pareja, pero sobre todo conmigo: lo dejaba porque me había enamorado de alguien
más.
En 2014 cambié el futuro que hasta entonces veía previsto
para mí: trabajar como correctora de estilo en un periódico mientras escribía
mi novela, participar en concursos para publicarla, ganar becas de creación
literaria hasta que pudiera vivir de mis publicaciones, como una “escritora
profesional”. Es decir, delante de mí veía una vida estable, algo monótona,
dedicada por completo a la escritura. Y este año decidí cambiarlo todo por un
futuro incierto, inseguro, arriesgado: escogí viajar.
En 2014 me atreví a enamorarme. Me volví loca por un chico y
me enamoré como no lo había hecho desde que tenía 15 años. Bajé las barreras,
me di la oportunidad de ser vulnerable. Quise confiar, no por él, sino para
curarme, para demostrarme que estaba bien amar y confiar, aunque eso me
rompiera el corazón.
Y me rompió el corazón como nadie me lo había roto en ocho
años.
En 2014 dejé de ser parte del Colectivo La Piedra, un
proyecto que había amado desde el primer número de su revista. Un proyecto del
que había soñado formar parte: primero como colaboradora al publicar en su
revista, luego como parte del comité editorial. Había logrado ambas cosas, y
ahora debía dejar el colectivo y eso me dolía. Pero justamente porque apreciaba
el proyecto, sabía que el colectivo se merecía algo más, una persona que
dedicara todo su tiempo y su pasión en él. Y en ese momento yo tenía tantas
cosas en qué pensar (las ya mencionadas anteriormente y las que siguen más
adelante) que no podía darle a La Piedra lo que yo sentía que se merecía.
El equipo de Colectivo La Piedra durante la última presentación de la revista
En 2014 renuncié a mi trabajo y me fui de voluntaria a un
campamento en la Riviera Maya para rescatar tortugas marinas. Y luego viajé
durante dos meses como mochilera por Quintana Roo y Yucatán.
En 2014 publiqué Flores
inmundas, mi plaquette de
cuentos, y comencé este blog como una
plataforma para publicar mis cuentos y ensayos. Luego se transformó en mi blog de viajes.
En la presentación de mi plaquette Flores inmundas
En 2014 conocí a un viajero y me enamoré. De nuevo.
En 2014 tuve la oportunidad de ser la maestra de un excelente grupo de escritores. Me siento muy agradecida con ellos por haber confiado en mí para que fuera su maestra y para dejarme enseñarles todo lo que quería enseñarles en un taller de cuento. Me siento muy orgullosa y honrada de que hayan sido mis alumnos. Pero como el trabajo en el periódico, tuve que dejar de dar los talleres por irme de viaje.
En 2014 tuve la oportunidad de ser la maestra de un excelente grupo de escritores. Me siento muy agradecida con ellos por haber confiado en mí para que fuera su maestra y para dejarme enseñarles todo lo que quería enseñarles en un taller de cuento. Me siento muy orgullosa y honrada de que hayan sido mis alumnos. Pero como el trabajo en el periódico, tuve que dejar de dar los talleres por irme de viaje.
En 2014 dejé de ser pelirroja, después de dos años de
cabellos de fuego, y regresé a mi color de cabello natural.
Así me veía con el cambio de look
En 2014 vacié y me despedí de mi primer departamento, del
primer hogar que había sido completamente mío, en el que había vivido tres años
(mis primeros tres años como un adulto independiente) y que había mantenido con
el fruto de mis esfuerzos y mi dinero. Me quedé sin casa y me volví
verdaderamente nómada.
En 2014 aprendí a llorar de nuevo. A llorar con rabia, a
soltar el cuerpo, a desanudar los sollozos que tenía atrapados en el pecho y
que había aprendido perfectamente a reprimir para que nadie me viera llorar;
recordé las grietas de mi voz, el resquebrajamiento de los hombros. Entendí que
está bien ser frágil, ser vulnerable. Me di cuenta de cuánto extrañaba llorar.
En 2014 me di cuenta de que no era una mujer fuerte. Fue
profundamente doloroso descubrir que era una mujer que sabía actuar para
parecer fuerte. Que era orgullosa: todo lo que había logrado hasta ese momento había
sido por orgullo o por miedo, pero no por fuerza verdadera. Me di cuenta de que
la verdadera fuerza estaba en aceptar que no era fuerte.
De ser perfeccionista, me volví caótica, desordenada,
irresponsable. Me volví libre.
Y comencé a verme así
En 2014 dejé de leer. O por lo menos dejé de forzarme a
leer. Desde que había salido de la universidad, en junio de 2013, y había leído
Cien años de soledad, no había vuelto
a encontrar un libro que me llenara tanto como lo había hecho esa novela. No
encontrar un libro me desesperaba, me dolía, me hacía perder el rumbo. Me hacía
cuestionar el sentido de mi vida (sí, así de grave) porque, hasta entonces, el
sentido de mi vida se basaba en eso: en leer y escribir. Y ahora no estaba
leyendo. En 2014 dejé de intentar. Ya llegaría un libro.
En 2014 aprendí a relajarme. Hakuna matata, bro.
¡En 2014 aprendí a bucear! Sí, tenía que decirlo.
En 2014
descubrí la música: escuché a The Doors, Led Zepellin, Pink Floyd, Janis
Joplin, The Rolling Stones, The Who, Black Sabbath, Pearl Jam, Bob Marley. Desde
entonces, la música ha sido una revelación.
En 2014 aprendí a tejer Ojos de Dios y me obsesioné hasta
tal grado que logré hacer grandes diseños complicados. Incluso di talleres para
enseñarles a niños y adultos cómo hacerlos. (Dato curioso e inútil número 1.)
Con mi Ojo de Dios favorito, vigilándome
En 2014 decidí empezar a hacer las cosas bien y a afrontar
las consecuencias de mis actos: pedí perdón a las personas que había herido,
hablé con mis papás para intentar sanar una relación que los tres nos habíamos
encargado de resquebrajar. Dejé de huir de las situaciones malas e incómodas.
En 2014 decidí aprender a perdonar. No por las personas que
me han herido, sino por mí, para no cargar con resentimientos. No sé si todavía
lo logro, pero lo estoy intentando. Y eso ya es algo.
Me perforé la ceja. Casual. (Dato curioso e inútil número
2.)
Y así me veía a finales de 2014. Me sorprende cuánto se puede cambiar por dentro y por fuera en tan sólo un año :)
Lo que más me hace feliz es que... me veo feliz :)
El 2014 fue un viaje para mí. No sólo en la dimensión
espacial, sino uno en el que viajé dentro de mí. Creo que aquí no hay mejores
palabras que agregar que las de “Volver a comenzar” de Café Tacvba:
Si hiciera un viaje a mis
adentros
y sobreviviera a los lamentos,
pediría fuerzas para decir cuánto lo siento.
Si volviera en un viaje a mis adentros.
y sobreviviera a los lamentos,
pediría fuerzas para decir cuánto lo siento.
Si volviera en un viaje a mis adentros.
Y lo más emocionante es pensar qué me depara el año que
comienza. Comenzaré mis 24 años viajando en enero de 2015 a Playa del Carmen
para reunirme con los Bykings y comenzar a rodar en bicicleta hacia el sur
hasta llegar, probablemente en un año, a Argentina.
Que comience el viaje :)
21 de diciembre de 2014
¡Hola, Ana!
ResponderEliminarCuando descubrí tus textos (recuerdo que el primero de ellos fue el de "Las vampiras de Poe", y posteriormente tus cuentos) comencé a admirarte por tu talento como escritora. Ahora, después de leer lo que compartes en tu blog de viajes, puedo decir que te admiro también por tu espíritu.
¡Mucha suerte, Ana!
Atentamente: un lector desde Querétaro. :3
¡Hola, lector de Querétaro!
Eliminar(No sé por qué permaneces en el anonimato, jaja. ¡Aparte estoy en San Miguel de Allende! Hasta nos podríamos poner de acuerdo para vernos, jaja ;)
Muchas gracias por tus palabras, me hacen muy feliz :D
¡Gracias por las buenas vibras! Espero seguir teniendo ese espíritu para seguir publicando cosas padres y gente como tú me lea y me escriba :D
Un abrazo :)
la mejor en tu 2015 !! gracias por compartir, lo mejor !
ResponderEliminar¡Muchas gracias! ¡Ojalá me sigas leyendo! :D
EliminarConoci a cheto en chichen itza, cheto me presento a un amigo del cual me enamore .... gracias denada
ResponderEliminar¡Jajaja!
EliminarTranquilo, hay toda una entrada que escribí sobre eso ;)
Aquí está:
Eliminarhttp://catedraldepajaros.blogspot.mx/2014/12/el-numero-26.html
Anita querida me encantó tu post. Me da mucho gusto lo que este año te dio (te diste, más bien). Sé libre y disfruta cada momento. Besos y mis mejores deseos. You´re on the right track, just keep walking.
ResponderEliminar¡Sandra!
EliminarMuchísimas gracias por seguirme y leerme :)
Gracias por apoyar mis decisiones y decirme que voy por el camino correcto. Necesitaba que alguien me lo dijera :)
Un abrazo :)